Cuando hablamos de desarrollo territorial, la palabra diseño debería estar siempre presente. Constituyendo de esta manera una conjunción ineludible para proyectar las actividades locales al mundo, habilitando de este modo oportunidades en lo global y convirtiendo al diseño latinoamericano en embajador cultural, como una posibilidad de expresión genuina de su singularidad.
El diseño como disciplina transversal y utilizada sistemáticamente, permite articular y dar sentido a las acciones cotidianas, propiciando el desarrollo estratégico de cualquier grupo humano que requiera identidad, demande conocimiento y busque funcionalidad inteligente.
El diseño es entonces una estrategia cultural, que comunica identidad y se manifiesta como un valor constitutivo (no es valor agregado, como generalmente se lo presenta) en sus propuestas, desde el mismo momento de su creación. El impacto del diseño no puede ser otra cosa que cultural, en la medida que se ocupe de concebir alternativas innovadoras para la vida.
Será por eso, que quien diseña se convierte indudablemente en un agente de cambio, operando sobre los modos de vida de una sociedad, creando realidades culturales y modos de relacionarse entre las personas para configurar su vida cotidiana, introduciendo en ella valores de uso y valores simbólicos que constituyen a la cultura contemporánea, contribuyendo así al bienestar e identidad de los pueblos.
Al diseñar concebimos cultura, nuestra propia cultura. Cuando diseñamos una tipografía, damos forma a un signo para una época, al diseñar un libro estamos concibiendo una pieza para comunicar o al diseñar la experiencia de usuario para una APP, somos capaces de producir nuevas usabilidades. Diseñar, no es otra cosa que concebir sentido, tanto como discurso y también cómo uso, por lo tanto, el diseño no es un campo determinado de la cultura, sino un medio de producción que genera cultura en todos los campos.
Para poder determinar que el diseño es un medio de producción que genera cultura, indudablemente deberemos conocer de dónde venimos, para ayudarnos a entender hacia dónde vamos.
Invitamos al lector de Connect a conocer una identidad propia y regional que tiene su inicio en Chile y Argentina, particularmente en suelo mendocino. Tierra donde DOOTS se propone ser parte del mercado latinoamericano de la comunicación estratégica.
Imagen de nota: la fotografia que elegimos para ilustrar nuestra primera nota retrata la obra «Suspensión» de Isabel Barbuzza 2008. La instalación está compuesta de 256 panales de cera de miel limpios y sin marco. Los panales provienen de Mendoza, Argentina, donde la artista trabajó con un apicultor para rescatar los panales dañados por el uso.